domingo, 12 de noviembre de 2017

Viaje al sol



     
     
     

     Había sido un día muy ajetreado; de mucho trabajo en el colegio y de las actividades que tuvo por la tarde, así que cuando cayó en la cama con la ilusión de que tal vez pudiera volver a ir a la Luna...

     Sintió una ligera brisa que entraba por la ventana y se escuchaba de cerca un pequeño ruido que no paraba.

     Se levantó, encendió la luz y vio en un rincón dos globos, los cuales al darles el aire se entrechocaban entre ellos y hacían ese sonido extraño. Cada uno de ellos tenía un hilo que al final terminaba en una argolla. En el momento que los cogió se reanimaron y fue como si cobrasen vida propia. Y de nuevo se vio volando por la ventana. 

     Esta vez no llevaba la bicicleta mágica, pero llevaba unos globos que hacían el mismo trabajo. 

     Iba subiendo y subiendo...llegó un momento que ya la Tierra ni se veía. Seguía subiendo... a una velocidad extraordinaria. Tal fue la tremenda aceleración que al pronto descubrió que se estaba acercando de nuevo a la Luna. Como quería descansar del viaje tan veloz, quiso reposar en ella, pero no sabía cómo frenar los globos que llevaban una rapidez endiablada. 

     Tenía que pinchar de alguna forma uno de ellos para reducir y poderse detener.

     Entonces se acordó que en la cena su madre le puso pescado y se le quedó una espina entre los dientes, que no pudo quitársela cuando se los lavó antes de ir a la cama. Soltó una mano de las anillas en las que iba sujetado y fue a la caza y captura de aquella espina, rebuscando hasta que la encontró. 

     Alcanzó a pinchar uno de los globos y al momento notó que ya no subía sino que empezaba a bajar poco a poco, hasta que de pronto notó que sus pies pisaban algo. Pero también se dio cuenta que no era la Luna donde se posaba porque iba a una velocidad astronómica.

     ¡Era un asteroide! 

     Intentó agarrarse donde pudo, al hacerlo se le escapó el globo que le quedaba y quiso ir tras él, al hacerlo por poco se suelta de donde estaba. Volvió a colocar la mano que le quedó libre y lo hizo en un hueco distinto al de antes. Tocó algo en esa roca y sintió que algo se movía. Era una puerta secreta que se estaba abriendo. Si no entraba rápido en ella saldría despedido de nuevo al espacio. 

     ¡Y ya no tenía los globos!

     Así que empezó a balancearse y de un gran impulso entró en ella rodando por el suelo. De pronto la puerta se cerró y se encontró en un lugar muy oscuro.

     El asteroide no iba recto sino que daba unos giros tan rápidos que su cuerpo algunas veces estaba en el suelo y otras en la pared. Fue entonces que en una de las veces que tocó la pared, lo hizo en un sitio que de nuevo se abrió otra puerta al fondo. Tal fue la luz que entró que por un momento quedó ciego. 

     ¿Qué pasa aquí? ¿Dónde estoy? ¿Por qué estoy sintiendo cada vez más calor?

      ¡¡Me estoy quemando!!

      Una voz muy potente se escuchó como si fuese un altavoz.

     No temas, no pasa nada...estás en el interior de un asteroide solar y nos estamos acercando al Sol. Entra en una de las habitaciones que tienes a los lados y allí encontrarás trajes protectores, pero hazlo rápido, no tenemos tiempo que perder.

     Fue arrastrándose por el suelo y otras arañando la pared intentando llegar a una de las habitaciones, cada vez sentía más calor, poco a poco notaba que su cuerpo empezaba a echar humo y que su ropa se chamuscaba. 

     Por fin logró alcanzarla cuando apenas le quedaba aire en los pulmones y estaba a punto de desmayarse. Al entrar en la habitación observó que había unas vitrinas con vestiduras especiales para proteger contra el fuego. Rápidamente se colocó uno de esos trajes y se puso el casco y los guantes. 

     Notaba como sus músculos iban creciendo de forma extraordinaria; a pasos agigantados. Su cuerpo se llenó de tal adrenalina que la reacción fue monumental. Podía moverse tan rápido que no era posible verlo a través del ojo humano. Veía imágenes pasar tan velozmente que casi no le daba tiempo a alimentarse de lo que realmente le estaba sucediendo.

     Salió de nuevo a la galería y se dio cuenta que ya no tenía el calor de antes, su ropa ya no abrasaba.

     El asteroide seguía su inevitable camino hacia el Sol.

     Miró a través de la pantalla del casco que le protegía de la radiación y pudo verlo como nunca lo había visto. Tan cerca...

     Casi podía tocarlo con las manos. 

     Entonces ocurrió...

     Sintió que sus pies estaban muy calientes. Quizás las botas no eran las adecuadas o tal vez no se las amarró bien.

     Cada vez se abrasaba más. El traje no lo estaba protegiendo como era su función; ardía...se estaba achicharrando.


     
     El Sol entraba por la ventana del dormitorio y le daba en los pies...

     Su mamá lo despertó, pero él hizo como si no la hubiese oído. Lo llamó de nuevo y poco a poco empezó a abrir los ojos restregándoselos  y refunfuñando.

     ¡Vamos, que tienes que ir al colegio! - le dijo su madre dándole un beso.

     Mami, déjame un ratito más - le contestó Paulo.

     ¡No, que vamos a llegar tarde! 

     

     



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