martes, 5 de diciembre de 2017

Viaje al centro de la tierra

    




     Su madre lo dejó en la puerta del colegio, iba como loco por contarle a sus amigos el nuevo sueño que había tenido. 

       Empezó a subir la escalera para llegar a su clase, pero...notó que en vez de subir, bajaba; no podía dejar de bajar, y lo peor era que los escalones que bajaba iban desapareciendo tras de él. Sus piernas no le respondían, era como si una fuerza superior le empujara a seguir bajando, y más...cada vez más, ya no tenía apenas fuerzas para seguir.


      De pronto se acabó la escalera; no había más peldaños. Se encontró delante de una explanada en la que al fondo había como una especie de cubo gigantesco. Se encaminó hacia allí, le temblaban las piernas de tanto bajar escalones. 


      Al llegar a la altura del cubo, éste se abrió...y al entrar vio otro cubo y que al entrar en este otro, le pasó lo mismo que en el primero. Así estuvo entrando en cubos que eran cada vez más pequeños, hasta que llegó a uno que ya no se abrió otro más dentro de él. Pero este no era como los otros; en una de las paredes había un reloj de arena que empezó a funcionar cuando él entró, un cuadro con dos colores y además dos extraños seres, eran dos damas vestidas una de rojo y otra de verde. 


      - Tienes que hacernos a una de las dos sólo una pregunta, pero piensa antes de hacerla y rápido, porque cuando acabe de caer la arena del reloj, el cubo se cerrará y no podrás salir jamás de aquí. 


      - Una de nosotras miente. - dijeron las dos a la vez .


      - Como ves ahí tienes un cuadro, debes pulsar un color para que se pueda abrir la puerta definitiva. 


      Una de ellas decía la mentira y la otra la verdad, pero...¿cómo saberlo?


      ¿Qué color elegir? ¿El verde o el rojo? 


      ¿Acaso era un reto? ¿Había que hacerle una pregunta a una de ellas? ¿Y qué podría preguntarle?¿Había una contraseña para abrir esa puerta? ¿Y si no la abría qué le ocurriría? 

     
     Todas estas preguntas rondaban por la cabeza de Paulo.

     Mientras tanto el reloj de arena seguía su curso y no le quedaba mucho tiempo. Algo tenía que hacer. 


    Tenía dos opciones, pero no podía arriesgarse, debía saber antes de pulsar cual era la la pregunta correcta.


     ¿El rojo o el verde? ¿El verde o el rojo?


     Entonces fue de pronto cuando se le encendió la bombilla en el cerebro y decidió hacerle una pregunta a la dama verde.


     - A ver dama verde, ¿si le preguntara a la dama roja qué botón debo pulsar para que se abra la puerta...cual me diría?


     - Pues te diría el rojo.


     - Entonces ya sé cual debo pulsar...¡¡ El verde !!


     - ¿Y por qué lo sabes?


     . Pues si tú fueses la que dice la verdad, diría que ella al decir el rojo me estaría mintiendo, así que pulsaría el botón contrario; el verde.


     - Si por el contrario fueses tú la que dice la mentira, dirías que ella me señalaría el botón rojo; me estarías mintiendo, con lo cual siempre sería el verde.


     Fue entonces como de esa manera supo qué botón debía pulsar.


     Así lo hizo y se abrió el cubo, dio unos pasos hacia delante y salió de él.


     De nuevo estaba fuera, pero era otra explanada. Al fondo se veía una entrada como especie de cueva. Era lo único que había; debía dirigirse hacia allá. Al entrar vio otras dos entradas, dos huecos, dos cuevas. Se dirigió a una de ellas y entró. Al entrar de nuevo se encontró con cuatro entradas; cuatro cuevas y así estuvo largo rato hasta que llegó un momento que ya no sabía donde estaba. Lo que sí sabía era que estaba perdido dentro de un laberinto de cuevas.


     - ¡Qué cosas más raras me está sucediendo! - se dijo.


     - Primero, los cubos...ahora el laberinto.


     ¿Cómo iba a salir de allí, con tantas cuevas?


     Iba andando por una de ellas cuando de pronto empezó a moverse la tierra donde pisaba y se abrió, dejando ver una gran grieta. Menos mal que había unas cuerdas y se agarró a una de ellas justo cuando el suelo caía. 


     Las fuerzas le estaban fallando, no podía aguantar más. Se decía a sí mismo que tenía que aguantar, porque si no lo hacía caería. Echó un vistazo hacia abajo y se aterrorizó, vio como sus pies estaban colgando encima de... ¡no puede ser!...¡¡ Era lavaaaaa !! Sin saberlo estaba en lo alto de un volcán, y la lava comenzó a subir. 


     Pataleaba para ver si sus pies pisaba algo en la pared, pero no; estaba lisa. 

     La lava no dejaba de subir. 


     Estaba tambaleándose aferrado a la cuerda cuando sintió que alguien le subía.


     ¿Quién podía ser? - se preguntó, como asustado.


     Alguien le zarandeaba y no paraba de hacerlo...


     ¡Vamos Paulo, que ya es hora de que te levantes!


     ¡Era su madre, que lo despertaba del sueño!


     ¿Otro sueño cariño? - le dijo.


     ¡Vamos, arriba...que llegas tarde, luego me lo cuentas.


   
     

  
     
     
  
     

















domingo, 12 de noviembre de 2017

Viaje al sol



     
     
     

     Había sido un día muy ajetreado; de mucho trabajo en el colegio y de las actividades que tuvo por la tarde, así que cuando cayó en la cama con la ilusión de que tal vez pudiera volver a ir a la Luna...

     Sintió una ligera brisa que entraba por la ventana y se escuchaba de cerca un pequeño ruido que no paraba.

     Se levantó, encendió la luz y vio en un rincón dos globos, los cuales al darles el aire se entrechocaban entre ellos y hacían ese sonido extraño. Cada uno de ellos tenía un hilo que al final terminaba en una argolla. En el momento que los cogió se reanimaron y fue como si cobrasen vida propia. Y de nuevo se vio volando por la ventana. 

     Esta vez no llevaba la bicicleta mágica, pero llevaba unos globos que hacían el mismo trabajo. 

     Iba subiendo y subiendo...llegó un momento que ya la Tierra ni se veía. Seguía subiendo... a una velocidad extraordinaria. Tal fue la tremenda aceleración que al pronto descubrió que se estaba acercando de nuevo a la Luna. Como quería descansar del viaje tan veloz, quiso reposar en ella, pero no sabía cómo frenar los globos que llevaban una rapidez endiablada. 

     Tenía que pinchar de alguna forma uno de ellos para reducir y poderse detener.

     Entonces se acordó que en la cena su madre le puso pescado y se le quedó una espina entre los dientes, que no pudo quitársela cuando se los lavó antes de ir a la cama. Soltó una mano de las anillas en las que iba sujetado y fue a la caza y captura de aquella espina, rebuscando hasta que la encontró. 

     Alcanzó a pinchar uno de los globos y al momento notó que ya no subía sino que empezaba a bajar poco a poco, hasta que de pronto notó que sus pies pisaban algo. Pero también se dio cuenta que no era la Luna donde se posaba porque iba a una velocidad astronómica.

     ¡Era un asteroide! 

     Intentó agarrarse donde pudo, al hacerlo se le escapó el globo que le quedaba y quiso ir tras él, al hacerlo por poco se suelta de donde estaba. Volvió a colocar la mano que le quedó libre y lo hizo en un hueco distinto al de antes. Tocó algo en esa roca y sintió que algo se movía. Era una puerta secreta que se estaba abriendo. Si no entraba rápido en ella saldría despedido de nuevo al espacio. 

     ¡Y ya no tenía los globos!

     Así que empezó a balancearse y de un gran impulso entró en ella rodando por el suelo. De pronto la puerta se cerró y se encontró en un lugar muy oscuro.

     El asteroide no iba recto sino que daba unos giros tan rápidos que su cuerpo algunas veces estaba en el suelo y otras en la pared. Fue entonces que en una de las veces que tocó la pared, lo hizo en un sitio que de nuevo se abrió otra puerta al fondo. Tal fue la luz que entró que por un momento quedó ciego. 

     ¿Qué pasa aquí? ¿Dónde estoy? ¿Por qué estoy sintiendo cada vez más calor?

      ¡¡Me estoy quemando!!

      Una voz muy potente se escuchó como si fuese un altavoz.

     No temas, no pasa nada...estás en el interior de un asteroide solar y nos estamos acercando al Sol. Entra en una de las habitaciones que tienes a los lados y allí encontrarás trajes protectores, pero hazlo rápido, no tenemos tiempo que perder.

     Fue arrastrándose por el suelo y otras arañando la pared intentando llegar a una de las habitaciones, cada vez sentía más calor, poco a poco notaba que su cuerpo empezaba a echar humo y que su ropa se chamuscaba. 

     Por fin logró alcanzarla cuando apenas le quedaba aire en los pulmones y estaba a punto de desmayarse. Al entrar en la habitación observó que había unas vitrinas con vestiduras especiales para proteger contra el fuego. Rápidamente se colocó uno de esos trajes y se puso el casco y los guantes. 

     Notaba como sus músculos iban creciendo de forma extraordinaria; a pasos agigantados. Su cuerpo se llenó de tal adrenalina que la reacción fue monumental. Podía moverse tan rápido que no era posible verlo a través del ojo humano. Veía imágenes pasar tan velozmente que casi no le daba tiempo a alimentarse de lo que realmente le estaba sucediendo.

     Salió de nuevo a la galería y se dio cuenta que ya no tenía el calor de antes, su ropa ya no abrasaba.

     El asteroide seguía su inevitable camino hacia el Sol.

     Miró a través de la pantalla del casco que le protegía de la radiación y pudo verlo como nunca lo había visto. Tan cerca...

     Casi podía tocarlo con las manos. 

     Entonces ocurrió...

     Sintió que sus pies estaban muy calientes. Quizás las botas no eran las adecuadas o tal vez no se las amarró bien.

     Cada vez se abrasaba más. El traje no lo estaba protegiendo como era su función; ardía...se estaba achicharrando.


     
     El Sol entraba por la ventana del dormitorio y le daba en los pies...

     Su mamá lo despertó, pero él hizo como si no la hubiese oído. Lo llamó de nuevo y poco a poco empezó a abrir los ojos restregándoselos  y refunfuñando.

     ¡Vamos, que tienes que ir al colegio! - le dijo su madre dándole un beso.

     Mami, déjame un ratito más - le contestó Paulo.

     ¡No, que vamos a llegar tarde! 

     

     



domingo, 23 de julio de 2017

Viaje a la luna

        




          
          Había una vez un niño llamado Paulo que de mayor quería ser astrónomo. Todas las noches antes de dormir, se asomaba a la ventana para ver a la luna. Se hizo con el rollo del papel higiénico un telescopio con el cual podía verla. 
          
          Una noche vio que le sonreía, hasta llegó a ver cómo la luna le guiñaba un ojo como queriéndole decir: ¡Ven, ven!. 
          
          El niño quedó totalmente asombrado, no podía creer lo que estaba viendo.
          
          Entonces observó que la bicicleta que tenía al lado se movía sola. Se montó en ella y entonces ocurrió...
          
          La ventana estaba abierta y salió volando. Él quería guiarla hacia abajo, hacia tierra firme, pero la bicicleta cada vez cogía más altura, y más, y más...
         
          Y tan alto subió, que llegó a la luna.
          
          Aterrizó en lo alto de un cráter del cual salieron dos seres muy extraños, pues tenían cuatro orejas, dos narices y tres ojos cada uno. Estaban parados y flotaban, ninguno de los dos ponía los pies en el suelo.
          
          Al pronto se asustó mucho, pero Mycho y Flavius  lo tranquilizaron hablándole dulcemente. Paulo al principio no entendía nada poniendo una cara de asombro y de ignorancia. Era un idioma muy raro.
          
          Ellos al darse cuenta de que no se estaba enterando de lo que decían, decidieron traducirlo, al mismo tiempo que hablaban salían de sus orejas una serie de números y letras.
          
          - H0l4,  n0  73n645  m13d0,  n0  73  h4r3m05  d4ñ0 -

          Paulo se quedó con la boca cuadrada, pues ahora sí se estaba enterando de lo que decían, aunque no muy bien.

          - ¿D3  d0nd3   v13n35?  ¿C0m0  73  ll4m45? - preguntaron.

          - V3n60  d3  l4  T13rr4  y  m3  ll4m0  P4ul0 -  ¡Ups!... 

          Se dio cuenta que a él también le salían de las orejas esos números y letras. Pensó que era así como podía comunicarse con ellos.

          - V3n  c0n  n0507r05,  73  3n53ñ4r3m05  nu357r0  h064r.  P3r0  4n735  d3b35  p0n3r73  35705  z4p4705  p4r4  n0  p154r   3l  5u3l0  y   n0  d3j4r  hu3ll45.

          Paulo se puso esos zapatos tan raros y vio que su cuerpo se elevaba unos centímetros del suelo y se fue con ellos. Pensó que así tendría una aventura para luego contar a sus amigos.

          A través de muchos túneles, puentes y caminos estrechos, llegaron a una explanada donde se hallaba una gran ciudad. Ellos la llamaban Selene. Sus habitantes son los selenitas.

          Antes de llegar le preguntaron:

          - ¿Y  7ú,  c0m0  h45  ll364d0  h4574  4qu1?

          ¡ 4nd4,  l4  b1c1cl374 !   51n  3ll4  n0  p0dr3  v0lv3r  4  c454

          - N0  73  pr30cup35,  m4nd4r3m05  4  r3c063rl4.

          Todo lo que veía flotaba, la gente, los edificios, el transporte. Estaba maravillado de ver tantas cosas distintas a las de la Tierra. Sus amigos no se iban a creer nada cuando les contase todo aquello. Les preguntó el porqué todo estaba en el aire y nada tocaba el suelo. Dijeron que si algo tocaba el suelo permanecería la huella para siempre.

          ¡ Cl4r0,  p0r  350  h4y  74n705  46uj4r05  3n  l4  lun4 !

          - 51, l05  cr473r35  30n  1mp4c705  d3  m3730r1705.

          ¡Claro! - pensaba Paulo. Con razón la luna desde la Tierra parece un queso de gruyere. 

          Lo llevaron hasta un observatorio donde ellos podían ver la Tierra desde un potente telescopio. Paulo se puso a mirar y vio la Tierra tan cerca como si estuviera en un helicóptero. 

          ¡¡ 0h ,  v30  m1  c454 !!

          Mycho y Flavius se miraron y sonrieron. 

          Bu3n0 ,  4qu1  713n35  7u  b1c1cl374 ,  pu3d35  1r73  cu4nd0  qu13r45.

          Paulo cogió su bicicleta y se despidió de ellos prometiendo que iría a visitarlos otra vez. Al montarse, su bici empezó a tomar altura, cada vez más y más rumbo a la Tierra.

          La bicicleta parecía que conocía bien el camino, pues casi sin guiar se coló por la ventana de su dormitorio. 

          Como estaba muy cansado, se acostó en su cama y pronto se quedó dormido, estaba agotado. 

          Cuando su mamá lo llamó para que se levantara para ir al colegio, le dijo que había tenido una aventura muy hermosa. Que había ido a la Luna.

          Su madre le dijo que podía haber tenido un sueño.

          Entonces miró que el rollo de papel higiénico estaba en el suelo y la bicicleta en un rincón. 

          Se subió a la bici y vio que no volaba. Pensó que quizás su madre llevase razón, que había sido todo una fantasía, una ilusión.

          Pero, ahora no estaba la luna. ¿Y si...?

          Por la noche volvería a intentarlo.

          

         




          

         

lunes, 17 de julio de 2017

La cama de los cuentos 2

          


          

          Las dos hormigas Ortiga y Espiga iban de nuevo por ese camino lleno de colores, las flores lucían más brillantes porque ahora estaban en plena primavera. 

          Habían dejado atrás una aventura llena de emociones y se disponían ir a casa, a la cual hacía mucho tiempo que no iban. Seguramente sus familiares estarían preocupados por ellas.


          De pronto vieron cómo a lo lejos parecía que se movía las flores, pero no hacía viento. 


          Eran otras hormigas que venían en fila haciendo zigzag y cada una llevaba una hoja, la cual era cinco veces su tamaño. Decidieron seguirlas para ver dónde se dirigían. Al cabo de un buen rato vieron un gran montículo, que las hormigas esquivaron en un gran rodeo. Era una colonia de termitas y en lo más alto había varios soldados de grandes cabezas y más grandes aún sus mandíbulas, capaces de arrancar de cuajo la cabeza de una hormiga. Notaron que habían tomado más velocidad para que no se percataran de su presencia.


          - ¿Qué hacemos, nos vamos para casa o la seguimos para ver dónde van? - dijo Espiga a Ortiga. 


          - ¡Vamos a seguirlas! - dijo Ortiga.


          La fila de hormigas que transportaban esas hojitas se metieron en un agujero en el que también había dos hormigas soldados en la entrada,  una a una iban desapareciendo.


          - Esta situación me recuerda un poco a la aventura anterior, en la que en la puerta del castillo había dos centinelas - dijo Ortiga. 


          Como no estaban bien escondidas fueron vistas por los centinelas que les dijeron: 


          - ¡Eh, vosotras! ¿Qué hacéis ahí? ¡Venid aquí!


          Llegaron donde estaban las dos hormigas soldados en la puerta y dijeron:


          - ¡Hola, somos Ortiga y Espiga, pero no pertenecemos a vuestro hormiguero!


          Bueno, si venís en son de paz, podéis entrar y así conoceréis cómo funcionamos dentro.


          Así lo hicieron, entraron y fueron recibidas por una hormiga joven, que era la que tenía que saber todo lo referente al refugio.


          - ¡Pasad, pasad! - dijo Hana -


          - Como podéis ver todo son pasadizos perpendiculares y galerías laterales, tenemos hecho los túneles a distintos niveles para que cuando llueva no se inunde el hormiguero, hay cámaras de crías o larvas que son alimentadas y aseadas por las hormigas obreras, también tenemos cámaras para almacenar comida, tenemos cuartos de estar, cuartos de baño y hasta un basurero que está cercano a la superficie. También hay una gran sala en la que vive nuestra reina, la cual está constantemente poniendo huevos.


          - Sí, en nuestra colonia también es lo mismo - dijo Ortiga.


          - Por cierto, tenemos que irnos porque nuestros padres estarán preocupados por nosotras, hace mucho tiempo que no volvemos a casa.


          Hana les acompañó hasta la salida a través del laberinto de túneles, en el que cualquiera que no supiese el camino se perdería fácilmente.


          - Gracias por enseñarnos vuestra casa. ¡ Adiós!


          De nuevo estaban otra vez camino a casa, hablando de lo que les había pasado - que eran muchas cosas - el camino iba a ser largo, se guiaban de los árboles, los cuales sus ramas siempre crecen más mirando al sur y su casa estaba al norte, donde el musgo crecía por ser zona más sombría y húmeda. Treparon por un árbol por si podían ver el sol a través de las ramas para así poder orientarse aún mejor. Llegaron casi a la copa del árbol y vieron a lo lejos que algo se movía, era como una gran mancha negra móvil. Pero no podían ser las hormigas obreras porque era demasiado lejos y además era mucha la extensión que cubría y todo desaparecía. 


          Se miraron una a otra pensando lo mismo y gritaron las dos a la vez: 


          - ¡¡ Marabuntaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa !!

   
           Bajaron del árbol a toda prisa y corrieron lo más que pudieron para avisar a la colonia de Hana, no había tiempo que perder, dentro de poco tiempo todo podría desaparecer, la marabunta arrasa con cualquier cosa a su paso; por donde pasa no vuelve a crecer en mucho tiempo.

          Llegaron con las antenas arrastrando por el suelo y casi sin poder  hablar del tremendo esfuerzo que habían hecho. 


          Cuando llegaron a la puerta del hormiguero alertaron a las hormigas soldados de lo que vieron; del peligro que corrían todos, ellas incluida.


          De unas a otras se iban diciendo lo que pasaba y en cuestión de un minuto ya lo sabía todo el hormiguero el cual alertaban a otras colonias.


           A nadie le daría tiempo de huir porque la marabunta avanza más rápido y por mucho que corrieran o se escondieran no tendrían salvación.


                Las reinas de todas las colonias se reunieron urgentemente para poder trazar un plan de defensa. Pidieron ayuda a las avispas y a las termitas que aunque eran enemigas, más lo era la marabunta que acabarían con todos si no se unían y dejaban a un lado sus rencillas. 


          Sabían que el punto débil de la marabunta era el fuego o el hielo. 

   
          Espiga y Ortiga estaban atentas de todo lo que pasaba y preparadas para lo que hiciese falta, cuando de pronto escucharon un gran ruido que venía del cielo miraron hacia arriba y vieron a Abelardo que en ese momento pasaba por allí.

          ¡ Abelardoooooooooooooooooo ! - gritaron las dos al mismo tiempo.


          Abelardo, que a pesar del ruido que hacían sus grandes alas, tenía muy buen oído, las oyó y rápidamente voló hacia ellas.


          - Hola amigas, ¿qué pasa?


          En menos de un minuto Ortiga y Espiga pusieron al corriente a Abelardo la situación. 


          Rápidamente Abelardo fue en busca de otros abejorros y en muy poco tiempo se presentó con un ejército.


          Al juntarse todas las colonias eran millones las hormigas. Dieron la orden que las de grandes mandíbulas cogieran piedras que al chocar saltaran chispas, así pudieron hacer el fuego que extendieron a un kilómetro de ancho, al mismo tiempo que las obreras hacían un gran cortafuego a la misma anchura, para que el fuego no fuera hacia ellas.


           El ejército que trajo Abelardo se pusieron en el cortafuegos y moviendo rápidamente sus alas hicieron que el fuego fuera hacia la marabunta, que iban quemándose por miles.

                     A las soldados termitas se las mandó al lago helado para que con sus grandes mandíbulas cortaran el hielo y así poder hacer trozos, los cuales los ponían en grandes hojas que muchas avispas cogían y sobrevolaban hacia el centro de la marabunta donde estaba la reina, pensaban que acabando con ella se retirarían. 

         Mientras que el fuego hacía su trabajo haciendo retroceder a los enemigos, el cielo se llenaba de avispas llevando el arma mortal contra la marabunta, soltando los cubitos de hielo en el centro de la gran mancha negra donde la reina estaba protegida por una legión de soldados, era como un bombardeo, las que soltaban su carga volvían a por más y eran miles.


          Hasta que se abrió el centro y se quedó al descubierto la gran reina, que era 50 veces el tamaño de las demás, entonces las avispas concentraron todo el hielo que llevaban hacia ella. 


          Así pudieron derrotarla y ganar la batalla. Entre el fuego y el hielo acabaron con casi todos. Los pocos que quedaron cogieron el cuerpo de su reina y se la llevaron.


          ¡ Ganamosssssssss ! ¡ Hemos vencidoooooo ! - gritaban todos.


          Ahora quedaba apagar el fuego rápido.


          Volvieron a reunirse el consejo de reinas y acordaron en hacer un gran cortafuego alrededor y así pudiera arder solamente lo que ya estaba ardiendo y que no se extendiera.


          Al mismo tiempo las avispas seguían transportando los cubitos de hielo, pero esta vez los echaban al fuego, y como eran miles y miles de cubitos, poco a poco se iba apagando. Al cabo de tres días se apagó completamente.


          Ortiga y Espiga estaban alucinadas de lo que habían presenciado; No daban crédito a sus ojos; nunca pensaron que iban a poder vencer a la marabunta; que todos iban a morir.


          Cuando ya pasó todo, cuando ya no hubo peligro alguno, se reunieron todas las reinas de todas las colonias, incluídas las reinas de las termitas y de las avispas. Acordaron que habría un mes de fiesta por la victoria y que de ahora en adelante vivirían en paz entre ellas.


          Ortiga y Espiga se despidieron de Hana, de Abelardo y de todos, agradeciendo la buena acogida que tuvieron con ellas.


          Y de nuevo emprendieron el camino hacia su casa. 


          Iban hablando de todo lo que les había pasado, no se iban a creer en su colonia todas las aventuras que habían  tenido.


          El camino volvía a llenarse de flores de colores...






          

         




     
































 

martes, 27 de junio de 2017

Jóvenes Flamencos

                             


          

          Algunos aficionados y practicantes flamencos "antiguos" ( lo señalo entre comillas, porque algunos intentan estar al día con las nuevas tendencias) siguen con esa reserva; con la preocupación de que el flamenco auténtico pueda desaparecer algún día por culpa de esa fusión.

          Pero, lo cierto es que el flamenco no es ciencia; no hay una regla estricta; no es lo mismo que siempre fue, ni será lo mismo que es. En todas las épocas ha habido más o menos evolución.

            
        ¿Cuándo comenzó todo? ¿Qué influencia tuvo la música extranjera con la nuestra? ¿Qué desembocó a la Fusión Flamenca?. 
          
          Son preguntas en las que tendríamos que remontarnos muchos años atrás para poder analizar lo que propició el impulso que tuvo esa "unión". 
          
          Tanto fue así que desembocó en un mestizaje tal que los puros acérrimos tuvieron que transigir al poco interés que la juventud tenía en ellos. Y para que el flamenco no fuese sólo de unos pocos, no pusieron mucha oposición, aunque sí con recelos.
          
          Y así fusionaron el flamenco con el Rock, el Jazz, el Funk, el Soul, etc.
          
          Uno de los primeros que fusionaron el Flamenco con el Rock fue el grupo Smash. Junto con Las Grecas ( Carmela tuvo que teñirse el pelo de morena porque no estaba muy bien visto una gitana rubia) y  junto con Bambino y Enrique Montoya - éstos dos últimos eran únicos en su estilo -  fueron quizás los que más repercusión tuvieron en aquella época.

          Y llegó Camarón y revolucionó a todos, en especial su "Leyenda del Tiempo" en la que la mayoría de los jóvenes apostaron por el Nuevo Flamenco.
       
          Paco de Lucía fue el que vino de otra galaxia y causó tal admiración, que todos se pusieron a estudiar como locos; querían  parecerse a él y empezaron a cruzar la pierna... 

          Él fue también el que introdujo otros instrumentos de acompañamiento, como el bajo eléctrico, la percusión, el saxo...

          Un verdadero artífice que dio a conocer el flamenco a nivel mundial. "Entre dos aguas" tuvo un efecto transcendental; consiguió atraer la atención de un público no muy interesado al flamenco. Y el mundo empezó a disfrutar.

          
          Quizás dentro de unos años pasará lo que pasó hace otros. Camarón y Paco de Lucía fueron muy criticados y casi crucificados por los ortodoxos por la innovación de su música, rompiendo todos los esquemas, todos los conceptos y reglas del flamenco. Lo mismo pasará con estos nuevos artistas, que dentro de unos años algunos serán casi idolatrados.         

          Enrique Morente, vanguardista, innovador y excéntrico músico. "La estrella" fue la que más famoso  lo hizo.

          El grupo Triana, aunque no fueron flamencos, sí tuvieron la capacidad de fusionar el Rock progresista con el flamenco a nivel nacional. Quizás la canción que los llevó a la cima fue "Abre la puerta".


          Ketama fue un grupo revolucionario, dieron lugar a una nueva forma de expresión e inquietudes de la movida madrileña de la época. Todos sus miembros venían de familias de artistas; El ritmo y el compás ya lo traían de fábrica; solamente tenían que componer. José Soto (quizás el que más culpa tuvo del éxito) junto con Ray Heredia y Juan Carmona ( al que luego se unió su hermano Antonio) fueron sus miembros.


        No me quiero dejar en el tintero a los Gipsy Kings, que a pesar de la crítica de los puristas del flamenco, hicieron que el  Flamenco Pop llegara a lo más alto a nivel mundial con 60 millones de discos vendidos. Sus canciones más conocidas fueron: Djobí Djobá y Bamboleo.


          Lole y Manuel también dieron un gran vuelco a la pureza: El flamenco "light" gustaba. "El nuevo día" empezó a resurgir entre la juventud.


          Camela, uno de los grupos con más ventas en España, sobre todo en las gasolineras, en las que nunca faltaba una cinta de ellos.


          También colaboraron en este movimiento y pusieron su granito de arena para llevar a buen funcionamiento el Nuevo Flamenco...  Raimundo Amador, Navajita Plateá, Mártires del Compás, Azúcar Moreno, Kiko Veneno, Pata Negra, El Barrio, etc. 

          Tampoco debemos olvidarnos de otros instrumentos como el piano flamenco, el cual nos dio grandes intérpretes tales como: Arturo Pavón (que fue el impulsor; el primero en incluir el piano al flamenco), Campuzano, José Romero, Chano Domínguez, Dorantes, Diego Amador "El Churri" (un monstruo) y Pedro Ricardo Miño, hijo de Ricardo Miño, un gran compañero guitarrista y una gran bailaora como Pepa Montes (no se pierdan la bulería que interpreta junto con Anoushka Shankar tocando la cítara, otro instrumento más que se suma a la fusión).







martes, 18 de abril de 2017

Flamenco

        



          Según leí una vez de no me acuerdo dónde y de no me acuerdo quién, dijo un erudito: "El flamenco es la síntesis lenta e imbicada de un proceso de alambicación" 

          Yo en particular con estas cosas no puedo; me cuesta mucho trabajo entender cómo se puede ser tan rebuscado. Y llego a más, esas palabras ni siquiera están registradas en la RAE, pero queda muy bien.

          Otros han llegado a afirmar que fue "La esbelta silueta, larga de pierna y sucinta de talle, de los cantaores de los siglos XVIII y XIX  -por alguna forma comparable a la zancuda flamenca-". 
          
          ¿Es que los cantaores de aquella época tenían todos las piernas largas?

          Y para terminar con comentarios de iluminatis... que incluso han ofrecido pruebas suficientes para la negación rotunda de que el primigenio origen sea hebreo. Y yo digo...¿Se puede estar tan seguro que los hebreos sefardíes no tuvieron nada que ver con el flamenco? 

          No, no se puede ser tan transcendental.




          


          La verdad es que después de leer tantos pareceres y suposiciones, uno se queda pensando si en realidad llevan razón o simplemente su razón. 

          En cualquier caso nunca se ha llegado a una conclusión exacta del origen. Los académicos que lo han analizado y estudiado hasta la saciedad tampoco han llegado a ciencia cierta a la procedencia.

          Al igual que el flamenco ave es gregario, el gitano vive en familia; necesita por tanto pertenecer a un grupo social estable. La familia es piedra fundamental y la comunidad es más importante que el individuo. El flamenco es inherente al gitano y sobre todo a Andalucía, llegando a través de un mestizaje cultural de muchas razas diferentes. 

          Por tanto, no es de extrañar que los moriscos cuando son expulsados, encuentren en los gitanos andaluces esa hospitalidad que les caracterizan, acogiendo a todos los perseguidos y mezclándose entre ellos. Los labradores huidos (felah-mengu). Y practicar con ellos sus cantes y sus ritos. Y puede ser que  empiece el germinarse esa unión. Estos músicos errantes se llamaban a sí mismos romá y se cree que al final procedían de Europa oriental. Pero al estar en continua peregrinación se extendieron en grupos por todas partes. Quizás también pudiera provenir de Egipto; egipcianos o gypsies, y al final desembocó en gitano.

          La atracción que ejerce el flamenco es innegable; es la imagen de España en el mundo. Es una fuerza, sentimiento y pasión que nadie puede explicar. 

          El japonés o japonesa es atraído por esta singular música nuestra, quizás porque su analogía es muy parecida o simplemente química. En particular yo los veo muy diferentes a nosotros. Ellos son más disciplinados, estudiosos y aplicados. El mismo gobierno japonés, a través de su agencia de cultura es el que financia a los alumnos que vienen a estudiar flamenco. Hay más academias en Tokio que en toda España.
          
          La mayoría de los españoles se sienten muy poco identificados con el flamenco en comparación con otros movimientos. 

          ¿Por qué viene tanta gente a aprender flamenco? ¿Qué influye?¿Y por qué es tan minoritaria nuestra música en España siendo la representación cultural más importante?

           
          El flamenco es un misterio y para buscarlo no existe ningún mapa.

          Y llegaron los reyes católicos...sobre todo católicos. Y llegó Hitler...el Samudaripén.
           
           Dos épocas... dos holocaustos. 
           
           Hasta en la dictadura franquista se prohibía el habla gitano por ser una jerga delincuente. 

          
          Pero esto es otra historia...

          
       




lunes, 6 de marzo de 2017

Y al otro lado...tú.

                                 
     
                                        


          Estaba de pie junto a la ventana de su cuarto, unas gotas finas de lluvia comenzaron a caer...veía cómo  resbalaban sobre el cristal dejando un estampado de perlas que regateaban buscando a otras hermanas. Su cuerpo estaba inerte; incapaz de reacción alguna.

           Tal vez pensaba con nostalgia en aquella otra vida, en la que inquieto imaginaba recordando...o acaso lo pretendía. Se convencía que no era del todo posible; algo le impedía ver su imagen con nitidez.

          Ahora se acomodaba a lo que fuera deparándole las circunstancias. No le apetecía la idea de salir de casa, pero al ver que ya no llovía, decidió hacerlo en el último suspiro.

         Andando fue sin rumbo; sin tener un punto determinado donde ir. Así estuvo deambulando  durante largo rato,  sin saber cómo, se adentró por unos callejones tan estrechos que casi se podían tocar las paredes opuestas con los brazos extendidos.

          Enseguida una plaza, pero no una plaza cualquiera, era como un enorme patio, no había fuente ni adornos. Tan sólo un banco donde sentarse, al hacerlo fue entonces cuando observó que la plaza era como un rectángulo lleno de arcos, y que cada arco estaba sostenido por dos columnas de mármol de arquitectura ambigua entre romana y gótica. Demasiado rico para convento, demasiado callado para escuela.

          Podría ser casa particular si no fuera por el número de puertas. Ninguna familia por numerosa que fuese tendría necesidad de usar tantas.

          Podría se museo de no sé qué arte o artesanía, pero hay demasiada luz natural. Los museos prefieren la penumbra.

          Absorto en una nube imaginaria de su mente estuvo allí sentado en aquel solitario banco durante mucho tiempo, observando aquella plaza, aquella arquitectura, aquel rincón, sin saber siquiera cómo había llegado hasta allí, qué le condujo a ese lugar. Se dio cuenta que se levantó, pero sus pensamientos quizás estuviesen en otra dimensión.

          Empezó a andar camino hacia su casa, sin prisa alguna. Hasta hubo un instante en que confundió el lugar de regreso. Por fin llegó, se acomodó en el sillón, encendió la televisión. La miraba pero no la veía, es como si no estuviese, era como un espejo en el que se reflejaba su alma.

          De pronto recordó que un amigo le dijo que si alguna vez se sentía sin ánimos o algo triste, que intentara entrar en una sala de esas de charlas por internet, que así pudiera no sentirse tan solo.

          Casi sin querer, como un pasatiempo más, un..."A ver qué pasa". Y todo empezó con un: "Hola" y poco a poco fue convirtiéndose en frases algo más dilatadas; las conversaciones se volvieron más extensas e intensas.

          Llegaron a ver sus caras y sus voces a través de una cámara, pero aún notaban que la sensación no producía el suficiente calor; no sentían esa emoción; sabían que faltaba algo, anhelaban ese "algo" que avivara y motivara ese empuje para romper el desasosiego que sentían.

          Decidieron que tenían que verse, aunque la distancia era grande, pero cuando hay deseo...no importan lo largas que sean, lo importante era la presencia física.

          Y llegó el día...

          Se citaron en un parque en el cual había gente por todos lados, niños correteando...y la vio venir. ¡Guapa! - pensó - el corazón le latía a revoluciones que nunca antes había sentido, sus miradas se encontraron y se dieron un beso, en ese momento el ruido de gente y niños jugando había cesado; ya no estaban en un parque...estaban en la gloria. 

          Tantas cosas que se habían dicho, tantas cosas que decir, que...no se dijeron nada. Estuvieron observándose durante varios minutos, no querían romper la magia del momento.

          Y la llevó a esa plaza y se sentaron en ese banco...y cuando empezaron a hablar ya no hubo manera de que parasen de hacerlo, todo eran lisonjas el uno hacia el otro, el timbre de su voz para él era pura música celestial, así estuvieron horas y horas hasta que la noche se les echó encima y ...

          
          Pero esta historia es común de otras muchas, quizás sea la tuya...




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lunes, 16 de enero de 2017

El taller de flamenco

       



          La primera vez que vi eso de "Taller de Flamenco" me quedé algo confuso. No sabía si era un sitio donde se podía arreglar unos trastes de guitarra o unos volantes de un traje de flamenca. 

          Había una época en la que cuando alguien quería aprender flamenco, se iba a un maestro. No había muchos, pero eran buenos docentes, los cuales, - cuando un alumno destacaba mostrando interés por aprender, - se esforzaban aún más en enseñar.

         Mi maestro fue Antonio López Buzón, más conocido por Antonio Osuna.  Fue el primero que me guió por el camino de la guitarra flamenca. 

          Me hace gracia algunos "investigadores" que  distorsionen tanto la historia;
tirando de archivos en los que otros "flamencólogos" escriben copiando a otros tantos. Y raras veces aciertan. Antonio Osuna no vivía en el Cerro del Águila, como dicen algunos. 

          Fue en la calle Campamento de San Bernardo en Sevilla donde tres veces por semana recibía sus clases durante los tres meses que estuve con él. Conmigo se "mosqueaba" un poco, pues decía que cogía muy ligero las falsetas. A casi todos les ponía una falseta por clase y a mí tenía que ponerme dos. Claro que en aquellos años de juventud me llevaba todo el día practicando.  De él también aprendí que no hay que enseñar el pulgar de la mano izquierda; cada vez que me lo veía, chorlito gordo que me daba en el dedo. De sus clases salieron muy buenos guitarristas.

          Tenía un toque muy flamenco, un buen pulgar; quizás por ello le decían el Peana. Aunque nunca escuché ese alias hasta muchos años después.

       "La Academia de Baile", en la cual, el guitarrista si no lo llevaba ya en la sangre, era donde aprendía a tocar para el baile y al mismo tiempo para el cante: "El Compás". 

         En poco tiempo se aprendía sin ir al conservatorio, sin necesidad de saber lo que eran compases binarios o terciarios. A base de repetir una y otra vez soleá, alegrías, tangos, bulerías, tarantos, etc. Aquello que aprendí de Antonio Osuna, lo podía expresar de la teoría a la práctica.

          No hace mucho tiempo, pasaba por la calle y escuché como golpes acompasados. Me llamó la atención y entré en una casa que se encontraba abierta, tenía largos corredores y algunas puertas y de una de las cuales se oían esos golpes... me asomé por una ventana que había y vi a una persona vestido todo de negro, con chaleco, con patillas largas, sombrero negro y un bastón golpeando el suelo entarimado...TÁ,  ta,  ta, TÁ,  ta,  ta,  TÁ,  ta,  ta, TÁ. Cinco o seis mujeres taconeando (creo que todas guiris) TÁcatacatacaTÁcatacatacaTA. Asomado a aquella ventana estuve cuatro o cinco minutos viendo el panorama y nunca cambió el ritmo ni el compás.

           Me fui pensando que tal vez aquello fuese una clase de flamenco, quizás mi mente se hacía un juicio apresurado de la situación, quizás era así la nueva enseñanza. También iba pensando que en aquella clase faltaba estímulo incondicional; aquellos movimientos corporales estaban automatizados.

          El flamenco siempre se ha caracterizado como una expresión inmaterial, es algo inexplicable...tiene que salir del alma.