viernes, 18 de noviembre de 2016

Hispalis romanae est

                                                                                                 
                                                                                                                 (4 ª  parte)


  Epigrama a Marcus Valerio
                                                                                                             Continuación...


     Por fin metieron a la diosa en el templo de Victoria, no el que tú conoces, porque ese se derrumbó. El nuevo es más grande y bonito y tú aún no lo has visto. El viejo templo se cayó por su cuenta y se descubrió que el arquitecto había comprado los materiales más baratos y se había quedado con la mayor parte de los denarios. Por eso lo mandaron a las minas, a pesar de que era ciudadano. Que no era por el robo, ya que no se puede condenar a un ciudadano simplemente por robar. Pero lo consideraron como sacrilegio.

     Pues bien, el procónsul declaró día de fiesta para levantar el ánimo, pero hubo mucha división de opiniones. Tú sabes cómo a estos romanos les gusta procesiones con orden y solemnidad... y ésta no fue así. Ahora, que los forasteros se divirtieron mucho, especialmente los que vinieron del Oriente Medio, porque creo que de ahí se origina la diosa Cibeles.

     Los griegos, sin embargo estaban muy enfadados y mandaron una comisión a Itálica a hablar con el procónsul. Porque resulta que quieren pasear la estatua de Artemisa por las calles de su distrito, como siempre lo han hecho. Pero el procónsul dice que de ahora en adelante tienen que hacerlo por afuera de la ciudad, alrededor de la muralla que da al río por lo angosta y enfangada que está. Más bien la van a sacar este año por la puerta del Agua y la meten por la del Cementerio. Y después la pasearán por el templo de Apolo para quedar bien con los romanos.

     Al parecer, no es mala intención la del procónsul, sino que él, hombre muy religioso y devoto, cree que Artemisa, como Diana, es una diosa del campo y se sentirá más honrada si se la pasea por el campo en vez de por la ciudad. Y entonces, para aplacar a los griegos les ha prometido un templo en honor de Artemisa, cerca de donde estaba el de Baco. es decir, al lado de donde se fermenta la cidra y el vino. Ya han puesto allí un estandarte y se le llama: "El estandarte del Campo".  Que así también le han puesto a la cidra y que la están vendiendo y muy buena por cierto, y ya se ha hecho la más popular de toda Hispania. Algunos dicen que queda muy afuera de la ciudad. En fin, es el tema del día.

     Pero de todos los templos el más popular sigue siendo el de Afrodita, la que nosotros llamamos Venus. Allí en la plaza de Hércules han construído un montón de pensiones y bares que están abiertos toda la noche. Y allí se encuentran las mejores bailadoras de Gades y un sin fin de jóvenes fenicias, griegas ( y hasta romanas) expertas en el arte del Amor. Es tal el escándalo  que allí se forma todas las noches que hasta han puesto un cuartel de infantería romana.

     Como te he indicado, este procónsul quiere hacerse querer por todos los hispalenses. Ya ha incrementado el número de juegos, ha ensanchado el hipódromo que está en la Vía Torneo, ha traído dos equipos de carreristas. Uno, llamado "el blanco", está patrocinado mayormente por los caballeros de Itálica y tienen muy buenos caballos. El otro, "el verde", es más del pópulo, de plebeyos y de algún que otro patricio despistado. También tienen muy buenos caballos y jinetes. Pero...siempre que les sale algún campeón, tan pronto como le ponen la corona de laurel, lo traspasan a Carmona, o a otra ciudad más arriba. Bueno, esto son cosas de política, aunque la plebe cree que es entretenimiento.

     Pero en Itálica es diferente. Allí van los mejores y más famosos gladiadores ( y también los más caros) y ponen un espectáculo que no tiene nada que envidiar a los del Circo Máximo o a los del Coliseo. Y a pesar del realismo del combate, hay pocos heridos, pues los gladiadores de categoría cada vez son menos y más caros de mantener.

     ¿Tú recuerdas las batallas navales que hacían en el anfiteatro? Pues ya hace tiempo que no las hacen. Dicen que les salen  muy caras. Ahora, lo que se está poniendo de moda es echar una bestia a la arena, casi siempre un toro. Y ya tenemos varios gladiadores que se están haciendo famosos por el arte que demuestran en esquivar los embistes. Antes de empezar piden permiso al César, se quitan el casco y lo tiran a la arena. Y cuando ya tienen a la bestia cansada, la rematan con lanza y espada. Pero a veces gana la bestia. Hace poco vimos a un gladiador volar por los aires y si no hubiera sido por sus compañeros, estamos seguros que el toro lo hubiese matado, porque con todo el parapeto y trapío que llevaba a cuestas no podía levantarse y quedó a merced y capricho del animal.

     Si estos espectáculos de Itálica no son tan sangrientos como los del Coliseo se debe más a nuestra falta de medios y recursos que a nuestra mayor sensibilidad. Pues tú sabes que de sensibles tenemos muy poco y de plebeyos, mucho. Pero aún así, creo que el carácter bético va más con lo artístico que con lo rudo. 

   Bueno, en la próxima misiva te iré contando lo que haya y vaya aconteciendo en nuestra ciudad. Y con esta síntesis me despido.



   

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